El selfie (o «autofoto» según la RAE pero que nadie usa), más allá del reconocido uso de este tipo de fotografía en las redes sociales, hace acto de presencia en otros entornos de nuestra vida, algunos con bastante importancia.
Aquí os dejamos 6 ejemplos de usos del selfie que posiblemente no te has planteado:
1.- Una imagen vale más que mil palabras
Cómo cambian los tiempos… De las llamadas por teléfono fijo, pasamos a las llamadas por móvil. Entonces llegaron los SMS y años después, las aplicaciones tipo WhatsApp. Texto, texto y más texto, y de repente, un selfie nuestro con la Torre Eiffel detrás en contestación a una pregunta: ¿Dónde estás?
Rapidez, exactitud, recuerdo y “economía del esfuerzo” es la propuesta de esta nueva forma de comunicarnos.
2.- Selfies, bancos y tortitas de chocolate
Este es el caso de dos amigos nuestros que el otro día abrieron cada cual una cuenta bancaria de manera diferente. Uno lo hizo de manera tradicional: carpeta en mano, de casa al banco y paciencia con la interminable cola de espera para ser atendido. Añadamos a esto el humor con el que se levantó el cajero de turno…
El otro, más sofisticado, recurrió a la tecnología: móvil en mano, de la cama a la cocina (tortitas con chocolate para desayunar), unos deslizamientos de pantalla y para terminar… ¡Clic! Un selfie y lista la cuenta, con sabor a chocolate. La comodidad que nuestro amigo multimedia nos ofrece, no tiene precio.
Y ojo, que ya mismo servirá para identificarte en servicios públicos.
3.- Madre solo hay una
Hablando de amigos, tenemos uno que usó los selfies que se hacía durante sus viajes para que su madre viera que se encontraba bien. Es más, creó un automatismo para que estos le llegaran directamente a través de correo (aunque alguno no le debería haber llegado… )
¿Cuántas madres no mirarán los perfiles de sus hijos o hijas para saber de ellos a través de sus selfies? La única pega es que a través de este canal, no pueden lanzar la famosa frase de «¿Estás comiendo bien?»
4.- Los álbums de fotos han cambiado
Antiguamente, cuando íbamos de viaje o a algún sitio interesante, sacábamos nuestras cámaras para tener un recuerdo del lugar. Sin embargo, ahora hay fotos de casi cualquier sitio en Internet, por lo que la gente prefiere hacerse un selfie (solo o en grupo) para formar parte de ese recuerdo.
¿Qué sentido tiene ya hacerle la foto a un paisaje cuando en Internet la encuentras mucho mejor hecha e incluso sin gente? Somos los protagonistas de nuestra vida y el selfie lo deja patente.
5.- Selfies imposibles
La popularidad que los selfies nos llegan a proporcionar, a veces no está al alcance de todos. Esa búsqueda obsesiva por conseguir un mayor reconocimiento en las redes sociales nos lleva a la caza del selfie imposible: Imágenes de personas sentadas en la antena de un rascacielos, con medio cuerpo fuera de la ventanilla de un avión en pleno vuelo (fake, claro), o buzeando al lado de un tiburón son cada vez más habituales.
¿Valentía o temeridad al servicio de la extravagancia? ¿Dónde está el límite?
La libertad individual no tiene precio… ¿o sí?
6.- Un selfie te puede salvar la vida
Popularidad, narcisismo, temeridad… Sí, sí, pero los selfies, además, pueden llegar a salvar vidas, como le ocurrió a esta mujer de Wexford, a esta mujer de Michigan o a esta chica de Massachusetts; incluso te puede salvar de una cadena perpetua, como de la que se libró un hombre de Texas.
No solo son pruebas fundamentales para determinadas circunstancias, sino que también se están empezando a crear sistemas basados en inteligencia artificial que nos ayudarán a medir la presión sanguínea, detectar enfermedades coronarias, anemias e incluso problemas de riñón, como esta app de la Universidad de Washington.
¿Se te ocurre algún otro uso «poco habitual» de los selfies?
