Tus datos son sagrados, dales el valor que les corresponde

Hoy en día sufrimos un bombardeo constante de noticias e informaciones hasta tal punto que es difícil estar al día de todos los eventos. Nosotros tampoco escapamos a este “capitalismo informativo”. Recientemente tuvimos constancia de una noticia del verano pasado, en la que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea señalaba que los Testigos de Jehová no están exentos de cumplir con la normativa de Protección de Datos.

Si bien no vamos a analizar esta noticia, vaya por delante que este artículo no pretende ofender la sensibilidad de nadie, sino que se escribe con la intención de “invitar a la reflexión”. Siguiendo la línea que ha marcado el Tribunal de Justicia de la UE, ¿hay alguien exento de cumplir con la normativa más garantista del mundo con la información privada? Alguien contestará: “Claro, los terceros países donde no aplica esta norma”; vale, pero incluso ahí, algún Dios o Diosa estará omnipresente en esos territorios.

¿Os habéis preguntado alguna vez si vuestros datos personales son objeto de transferencias interdivinas? ¿Qué pasaría si San Pedro fuera Encargado del tratamiento del Responsable del Reino de los Cielos? ¿Tendrán debidamente firmado el contrato de acceso a datos por cuenta de terceros? ¿Se podría hablar transferencias internacionales –o incluso interestelares- de datos si ceden nuestros datos al Inframundo?
Cerbero no tiene aspecto de dar muchas explicaciones…

Pero más importante aún; si esto es así, ¿en qué momento se nos ha informado de todos los aspectos del tratamiento? Quizás tendríamos que crear un nuevo Santo o Santa que vele por el cumplimiento normativo entre Reinos y Religiones, o al menos que actúe como Delegado de Protección de Datos Divinos. Incluso para aquellas personas que se conviertan a otra religión, ¿se tendría que tratar como una cesión de datos? ¿Existe el derecho de portabilidad divina? ¿Quién sería el responsable del tratamiento? ¿Las personas interesadas tendrían que ejercitar el derecho de cancelación en su parroquia o ermita más cercana?

Ahora cambiemos las similitudes religiosas por algo más «tangible». Pensemos en todas las tecnologías recientes, en todas los permisos e invasiones de privacidad que aceptamos sin ser conscientes de ello. La diversión o el ocio es algo tan omnipresente, que ha reemplazado divinidades y las personas, sin saberlo, se han convertido en productos. Parece un mensaje post-apocalíptico, pero cuanto antes lo asimilemos, antes podremos protegernos frente a esas tecnologías “que todo lo ven”.

¿Por qué muchas veces le damos tan poco valor? Necesitamos tomar conciencia de lo que está en juego, que básicamente es nuestro derecho fundamental al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, como queda reflejado en el artículo 18 de nuestra Constitución. Tenemos un poder inmenso, ya que como consumidores, en nuestra mano está decidir el futuro de las empresas, sean grandes o pequeñas.

Pregunta al aire: ¿Cuál sería el santo o santa más adecuado para la Protección de Datos?


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